martes, 13 de octubre de 2009

DISCURSO INAUGURAL DEL CENTRO CULTURAL A CARGO DE RAFAEL SIME

Queridos amigos,

Joao Guimaraes, escribió un cuento titulado “La tercera orilla del río”, en el que narra la historia de un padre que un día decidió construir una canoa y dejar la orilla en la que estuvo viviendo, para hacerse al centro del río. Lo creyeron en desvarío, y la familia recordaba que había sido siempre un hombre “sensato”. Ya estando en el centro del río, tuvo que aprender a surcar crecidas, remar contra corriente, internarse entre los ramajes, rechazar desde el centro a los escépticos e incomprensivos transeúntes que se negaban a tratar de entender el sentido que estaba más allá de lo evidente. Pero lo más intenso fue que tuvo que remar contra corriente para poder mantenerse.

Permítanme contarles ahora por qué hemos decidido estar en la tercera orilla y cómo hemos llegado a ella. Lo primero es que mantenemos una extraña manía de creer en que es posible un ser humano más humano, y por eso una ciudad, un Perú, mejor. Lo segundo, -el cómo hemos llegado a esta orilla-, lo hicimos acercándonos a los niños y a los jóvenes para saber cómo podríamos mejorar sus potencialidades y que éstas colaboraran para hacerlo una persona de verdad integral. En este intento, fuimos descubriendo muchas cosas importantes y reveladoras. Entendimos fehacientemente que sin educación y sin arte no se construye cultura de forma integral. Y esto que puede ser una tan contundente verdad para todos, aún continúa siendo un camino desandado. Fuimos adentrándonos al río, para entender cómo funcionaban las estrategias que puedan de verdad desarrollar a las personas en estas áreas, y nos encontramos con las neurociencias: un camino extraordinario y concreto, que nos revelaron entre otras cosas, los resultados en las aproximaciones de la realidad que tienen las personas.

Río arriba, pudimos constatar que este mundo está hecho para valorar y potenciar lo objetivo, lo concreto, lo visible, lo rentable, lo numérico; esa parte que los expertos llaman predominancia izquierda del cerebro. En la crecida más fuerte vimos cómo en los últimos 40 años se ha educado para desarrollar este lado del cerebro. Un mundo de izquierdos, mencionaba un experto. Y para ello hay sistemas, métodos, metas, indicadores, mediciones. Buenas y necesarias todas. Sin embargo, en medio del caudal nos preguntamos qué pasa con la otra predominancia que tiene muy poco espacio de desarrollo, sumada a un sin número de estímulos externos visuales, culturales, tecnológicos y sociales de hoy en día. Qué pasa con el camino de la sensibilidad, del gusto por la belleza, de la expresión a través del buen humor, del atreverse a enfrentarse con nuestro propio ridículo, con el desarrollo de la ubicación espacial, con la mirada abarcadora, con todo aquello que no es necesariamente rentable pero satisfactorio en cuanto saberse útil, solidario, fraterno, artista. Estando ya en el centro del río, descubrimos que ese camino no tiene métodos, metas claras, sistemas, indicadores, mediciones. Entonces, fue entonces, cuando decidimos situarnos allí: en la tercera orilla del río, para ver desde el centro los dos lados de la vida y crear sistemas claros con métodos, indicadores, mediciones, que hicieran que la sensibilidad que otorga el arte, la música, el teatro, las nuevas tendencias, a través del juego y la alegría, colabore en la integralidad de la persona. Finalmente, como siempre necesitamos identidades, a esta canoa en la que nos adentramos en el río, le pusimos de nombre Centro Cultural. Esta noche, los invitamos a subir en ella, para que siendo cómplices empecemos a ver algo distinto.

Ver a niños y jóvenes, haciendo teatro, sosteniéndose en el trapecio, atreviéndose a ver la vida desde arriba, enfrentándose a su seguridad e inseguiridad; niños y jóvenes, venciendo a las leyes de la gravedad y exigiéndose en perseverancia, paciencia, orden personal, equilibrio, valores necesarios y con métodos claros a través del circo; niños y jóvenes, que reconocen sonidos, crean melodías, y trabajan en equipo, respetando los tiempos de los demás y lo que dicta el pentagrama; niños y jóvenes, riéndose con los demás y no de los demás, buscando decir la verdad con tino y acierto, desde el teatro que no miente; niños y jóvenes cuidadosos de su entorno, el más pequeño, el que está a su lado, utilizando sus manos para lograr habilidosas maniobras desde el trabajo manual; niños y jóvenes que desarrollan en suma, la fuerza, la flexibilidad, la resistencia, la paciencia, virtudes sin las cuales, resulta vacío hablar de la voluntad. En eso basamos nuestro trabajo de formación. Y es también nuestro deseo compartir una agenda de arte y cultura al año, con amigos artistas que ya empiezan a involucrarse desde una gestión moderna, eficiente y de calidad para contagiar y convencer a los ciudadanos de esta ciudad, que la cultura la construimos todos, y puede ser de todos.

Gracias.

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